lunes, 21 de septiembre de 2009

¿ Qué esperar de un diagnóstico psicopedagógico?

Nuestro enfoque de trabajo está muy lejos de la mera aplicación de una batería de pruebas que proporcionan resultados cualitativos y cuantitativos donde estos últimos cobran un papel relevante y decisivo, ya que muchas veces definen sin más, que un niño deba abandonar la escuela primaria común para cursar una escuela especial. Esta manera de hacer psicopedagogía da a los técnicos del área y a los maestros certezas que permiten seguridad y tranquilidad en las acciones tomadas. No es el técnico quien decide que el alumno tiene un “déficit intelectual”, lo indica la prueba..., lo dicen los números.

En nuestra experiencia las baterías y pruebas pasan a ser instrumentos que posibilitan distintas lecturas sobre el niño que aprende. Cada resultado cuantitativo debe resistir cuestionamientos del orden de lo cualitativo que no sólo relativizan, sino hasta desestiman el valor numérico. Un resultado numérico que informe sobre un “nivel muy inferior” nos invita a pensar: ¿ qué hace a la particularidad de este niño que responde de una forma tan diferente a los demás? Las respuestas desajustadas de la norma se deben a: ¿capacidad limitada? ¿originalidad? ¿desinterés en la prueba? ¿ rebeldía? ¿obstáculos lingüísticos? ¿experiencias singulares de vida? Sin duda, la observación cualitativa del niño en el proceso de la prueba permite el despliegue de muchos otros factores que relativizan el valor numérico.

El diagnóstico no tiene como objetivo cuantificar o categorizar un niño en situación de aprendizaje, de acuerdo a parámetros externos que desconocen el aquí y el ahora, que desconocen al niño singular, sino que el diagnóstico psicopedagógico pretende provocar el despliegue de las potencialidades cognitivas del niño en cuanto fortalezas y debilidades, sus estrategias para aprender o para dejar de hacerlo, su potencial de cambio, sus motivaciones y afectos en relación a la tarea cognitiva.

Un diagnóstico psicopedagógico debe informar entonces, no sólo acerca de niveles de rendimiento en cada una de las áreas en relación a sí mismo, a su edad y su escolaridad, sino que además debe brindar datos acerca de su potencialidad, es decir cuánto más puede rendir ese niño con agentes mediadores en su aprendizaje. El mismo debe finalizar indicando estrategias específicas destinadas a promover procesos armónicos en el aprendizaje, o en términos vigotskianos, cómo acercar el nivel de desarrollo real a su nivel de desarrollo potencial.

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